*Cecilia Covatti, alumna de 2do PEP
Muchos de nosotros hablamos de la Globalización como un tema actual, critico y polémico, a veces sabemos y somos conscientes de lo que decimos sobre ella, y otras veces los comentarios son meramente críticos sin ningún tipo de argumento; los invito a que nos autoanalicémonos y elevemos preguntas de suma importancia, como ¿realmente quién es la señora globalización? ¿Cuál es el papel de la educación en este nuevo mundo?
Cuestionamientos como los que nos hacemos, nos obligan a plantear soluciones y replantear las acciones hasta hoy llevadas a cabo. No se trata de dar la espalda al mundo de la globalización, sino de aprender a verlo en todas sus dimensiones, con todos sus alcances y limitaciones, como así también con sus ventajas y desventajas.
La actual situación de crisis en el mundo entero ha sido consecuencia del fenómeno de globalización, que poco a poco se apodera de las sociedades en silencio, dejando huellas que perforan la estabilidad económica, política, cultural, axiológica y social de los países desarrollados y subdesarrollados.
El presente ensayo cuestiona el papel de la Globalización y el rol del docente frente a este nuevo escenario mundial, sobre todo, los desafíos para enfrentar esta situación, con una propuesta de interés al respecto para el lector.
Como ya dije, existen millones de personas que están hablando de la globalización todo el tiempo, pero si observamos con atención, la mayoría lo hacemos desde una postura crítica, considerando como primer aspecto maligno de la misma, la desigualdad y exclusión social, creando una brecha más grande entre ricos y pobres, haciendo que los primeros (los ricos) sean cada vez más ricos, y los segundos (los pobres), terminen siendo los países más pobres al no poder competir con las grandes potencias, impactando en un gran drama de desempleo en los países subdesarrollados, generando no solo un gran descontento general si no gran inseguridad, llevando a una pobreza extrema, y por consiguiente grandes inmigraciones ilegales.
Judhit Gociol[1], habla de la era industrial, esa que ha revolucionado dos dimensiones fundamentales: el tiempo y el espacio. Antes el trabajo servía para saciar necesidades básicas. Con la revolución industrial el tiempo fue uniformado por un reloj. Desaparecen los pequeños talleres, y aparecen los lugares unificados cargados de grande maquinarias, las fábricas. Muchos esperan que los costos asociados a la globalización vayan a dar más ganancias que pérdidas. No obstante, los países menos desarrollados no tendrán esta oportunidad, ya que sus índices macroeconómicos no están ni cerca de los desarrollados. Esto perjudica a países desarrollados mediante la deslocalización; al irse a producir a países donde los costos de explotación sean los mínimos posibles. De otra forma, en los países desarrollados incrementan el trabajo precario, con mano de obra muy barata y sobreexplotación de sus trabajadores. La miseria económica que se produce en los contrarios a la globalización, hace que muchos de ellos acudan a crímenes, prostitución infantil, tráfico de drogas, etc.
Los pobres, según Canclini, no son el producto de la falta de trabajo, sino de la manufactura, la globalización económica, las tecnologías y las empresas. El libre comercio a nivel mundial beneficia a las grandes corporaciones, pero no así a las pequeñas empresas que no pueden competir. Sumado a esto, el mismo podría subir los costos de producción, por lo que se demandaría aumentar los sueldos para contratar mano de obra más calificada. La globalización es un condimento fundamental en el sistema capitalista, donde las grandes corporaciones ganan por sus grandes flujos de caja y las pequeñas pierden por su escasez de recursos.
A su vez, en los países avanzados, la globalización reduce los salarios reales y provoca la pérdida de puestos de trabajo. Los críticos sostienen que la oleada de productos que requieren mucha mano de obra generados en países en desarrollo de salarios bajos, destruye el empleo en los países industriales. Este argumento se suele utilizar para restringir las importaciones de los países en desarrollo. En realidad el tema es bastante más complejo.
No olvidemos la Dependencia tecnológica: Los países se han dividido en países tecnologizados y países consumidores de tecnología; estos últimos estarán siempre condenados a usar tecnología de segunda mano. Esto tiende a aumentar la diferencia entre los países con mayores y menores recursos. Ancízar Narváez Montoya[2], sostiene que la tecnología no servirá para el desarrollo sino para la exclusión; que la misma sólo sirve para determinar la globalización, o más bien para facilitar los procesos económicos y culturales que la globalización implica. Cuando nos preguntamos si estamos globalizados o no, Montoya tiene una respuesta negativa al interrogante; sostiene una y mil veces que la tecnología realza desigualdades; hay una falta de inserción y de un proyecto interno. Es un problema político y no moral. Sostiene que se renuncia a la igualdad y se impone la exclusión. La tecnología no resolverá las deficiencias en conocimientos; ni que el consumo de productos trasnacionales ayudara al crecimiento de la industria cultural nacional.
La globalización conlleva a la desaparición de los rasgos sociales y culturales de determinadas naciones; ha favorecido a la criminalidad y agresividad de los más desfavorecidos resignados, al crear un mundo en el que predomina la desigualdad y heterogeneidad de carteras. Además, la agresiva privatización de las empresas cada vez está debilitando más a los poderes públicos nacionales, desembocando en una carencia de servicios públicos (peores servicios, peor sanidad, peor educación), perjudicando el interés social, guiándose siempre por los mismos fines económicos. Incrementa la libre competencia, con lo que hace que las empresas tradicionales y las nacionales cada vez fracasen más, a la vez que solo sobrevivirán las multinacionales. Por lo tanto, cada vez será más reducido el grupo de pocos los favorecidos, y más perjudicado el grupo de todos los contrarios a la globalización, pero en este mundo quien manda es quien tiene dinero, los que toman todas las decisiones, mientras que a los demás les queda la resignación y las manifestaciones; y como dice Montoya, no esperemos que la privatización resolverá la industrialización, la desigualdad y la libertad individual. Siguiendo a Judith, con la industrialización los hombres dejaron los campos para convertirse en obreros; claro está en el cortometraje, cuando la gráfica nos muestra que el hombre sale del mundo de la naturaleza para encerrarse en fábricas de utilización de químicos tóxicos. Hay que entender que nosotros mismo estamos contradiciéndonos, cuando hablamos sobre el concepto propiamente dicho de GLOBALIZACION, lo primero que se nos viene a la mente son los terroríficos conflictos que ella trae consigo, pero a su vez, durante el resto del día, la avalamos inconscientemente, cuando alagamos la tecnología, o cuando vamos a comprar excesivamente a los comercios, manipulados por las masas de comunicación, ahí estamos alagando y valorando a la globalización, es un círculo cerrado, a medida que hacemos estas cosas inconscientemente, también escuchamos en radio, o leemos en periódicos, por ejemplo que según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), unos 12 millones de niños menores de 14 años trabajan en las fábricas del Tercer Mundo, generado por las multinacionales, abuso por completo del derecho del trabajador, no siendo el único problema que existe, también explotan y contaminan los países poco desarrollados; y ahí volvemos a lo mismo, a cuestionar, a criticar, y tomamos un papel, pensando que tenemos la respuesta y la solución y creyéndonos los sabelotodo, pero cuando nos olvidamos del tema, volvemos a hacer lo mismo. Canclini, resalta lo privado, que es la familia, la casa, la vida; y lo público, que es lo político, pero hoy lo privado-publico, es un lugar denominado shopping, donde las personas no son tratadas como ciudadanos sino como consumidores.
El cortometraje, por su parte tiene una visión básica de la globalización, si bien se ha dañado mucho el planeta, también se han hecho muchos avances en maquinaria cada vez menos contaminante, productos cada vez menos dependientes de materia prima, y cada vez se reutilizan mas los productos obsoletos. Si bien el excesivo consumo de los recursos del planeta es un problema hoy en día, las compañías se afianzan a un programa de impacto mínimo, como todo cambio, la globalización va mejorando paso a paso, sea en los derechos humanos o en el consumo de bienes.
A pesar de todo, falta mucho por cambiar, la contaminación es un problema grave al igual que la explotación, sea infantil o de trabajadores con salario precario. Se puede mejorar en varios aspectos, no solamente controlando más a las empresas sino también concientizando a los consumidores.
La educación es un proceso informativo y formativo que permite el desarrollo tecnológico, económico, político, social y cultural de una región o país; sin embargo, algunos fenómenos como la globalización, la revolución tecnológica o la multiculturalidad son determinantes para éste, los mismos que se podrán considerar como un problema o un desafío.
Durante todo este proceso, el docente, deberá tener en cuenta la historia, las costumbres y el marco político de su tarea, así como también su propia intencionalidad política, ya que la educación nunca es neutra. Se debe rescatar la sensibilidad sin perder la rigurosidad científica característica del proceso de enseñanza – aprendizaje. Debe promover, además del diálogo, el lugar a la pregunta como pregunta en sí, sin respuestas automatizadas o ya elaboradas. La acción de preguntar, estimula y refuerza la creatividad y la confianza de los alumnos, así como también los prepara para desarrollarse frente al mundo y las situaciones cotidianas para lograr esto, previamente se hace indispensable crear un ambiente donde reine la confianza. Debe crear un ámbito donde cada uno se piense desde sí mismo, donde se puedan articular los conocimientos previos con los nuevos saberes. Espacio donde estén presentes la palabra, la pregunta y la opinión del otro, concibiendo al hombre, con conocimientos previos y una curiosidad impulsora de una búsqueda continúa. Como docente contribuiría con una campaña de concientización sobre el medio ambiente y los efectos hacia este debido a la explotación de recursos, creando un programa de reutilización de materiales y haciendo visitas a empresas ecológicas 100 por ciento abocadas a este problema
Y si además nos introducimos en una profesión comprometida con el cambio social, se le pide al enseñante que no sea un reproductor acrítico de la ideología social, sino que sea capaz de educar en/para un nuevo orden social, que considere un contrato social, ambiental, cultural, ético, entre otros.
[1] GOCIOL, Judith. Naomi Klein y el fin de las marcas. Campo de Ideas. Segunda parte: El mercado global. Del espacio público al no espacio Buenos Aires, 2003.
[2] NARVÁEZ MONTOYA, Ancizar. «¿Tecnologías para el desarrollo o contra el desarrollo?» Revista Tram(p)as de la comunicación y la cultura. Nª 7 Facultad de Periodismo y Comunicación Social – UNLP